La inclusión de fibra en la alimentación enteral puede ofrecer una serie de beneficios significativos, aunque su aplicación específica y los resultados pueden variar según el tipo de fibra utilizada y las condiciones clínicas del paciente. Aquí profundizaremos en los beneficios de la fibra soluble y la fibra insoluble, así como en las recomendaciones para su uso en pacientes bajo alimentación enteral.
La fibra soluble, al ser fermentada por las bacterias intestinales, desempeña un papel crucial en la regulación del tránsito intestinal. Esta fermentación genera ácidos grasos de cadena corta, como el butirato, el propionato y el acetato, que pueden ser utilizados como fuente de energía por los colonocitos, células del revestimiento del colon. Este proceso contribuye a mantener la salud intestinal y puede ser especialmente beneficioso en pacientes con diarrea, ya que ralentiza el tránsito intestinal y mejora la consistencia de las heces. Sin embargo, es importante tener en cuenta que, a pesar de esta ventaja teórica, la evidencia científica que respalda la reducción de la incidencia de diarrea con la fibra soluble es limitada.
Por otro lado, la fibra insoluble, al aumentar el volumen fecal y promover el peristaltismo intestinal, favorece el tránsito de los nutrientes a través del intestino. Esto puede ser beneficioso para mejorar el estreñimiento y mantener la regularidad intestinal en pacientes con alimentación enteral.
En cuanto a las recomendaciones para el consumo de fibra soluble en pacientes bajo alimentación enteral, se sugiere una ingesta diaria de 10 a 20 gramos, especialmente en aquellos con diarrea sin otra causa identificable. Además, los prebióticos, un tipo de fibra que es fermentada selectivamente por las bacterias intestinales beneficiosas, han demostrado mejorar la composición de la microbiota intestinal, lo que puede tener efectos positivos en la salud digestiva y el bienestar general del paciente.