La diferencia fundamental entre una hernia externa y una interna radica en el lugar donde protruye el contenido abdominal y en las capas de la pared abdominal que atraviesa. Para comprender completamente esta distinción, es esencial revisar la anatomía de la pared abdominal y la cavidad peritoneal, así como los mecanismos que subyacen a la formación de las hernias.
La pared abdominal es una estructura compleja que proporciona soporte y protección a los órganos internos, mientras permite la movilidad necesaria para actividades como la respiración y la digestión. Está compuesta por varias capas de tejido, que incluyen la piel, el tejido adiposo subcutáneo, la fascia muscular, los músculos abdominales y la fascia transversalis. Estas capas trabajan en conjunto para formar una barrera resistente que mantiene los órganos en su lugar y soporta las fuerzas internas y externas.
Por otro lado, la cavidad peritoneal es una cavidad virtual dentro del abdomen que está revestida por el peritoneo, una membrana serosa que cubre los órganos abdominales y recubre las paredes abdominales. El peritoneo forma pliegues y bolsas que sostienen y separan los órganos, permitiendo su movimiento relativo y proporcionando una superficie lisa para la función adecuada del tracto gastrointestinal.
Una hernia externa ocurre cuando una porción del contenido abdominal, como parte del intestino, protruye a través de todas las capas de la pared abdominal, desde la piel hasta la fascia transversalis. Esto puede ocurrir a través de áreas de debilidad o defectos en la pared abdominal, como áreas donde los músculos son naturalmente más delgados o donde hay cicatrices de cirugías previas. Las hernias externas son visibles y palpables desde el exterior del cuerpo y pueden causar una protuberancia perceptible bajo la piel.
Por otro lado, una hernia interna implica la protrusión del contenido abdominal a través de un defecto en la cavidad peritoneal, sin afectar necesariamente todas las capas de la pared abdominal. Estos defectos pueden ser congénitos o adquiridos, y pueden surgir debido a la presencia de estructuras anatómicas como orificios naturales, como el hiato esofágico o el agujero ciático mayor, o como resultado de cirugías abdominales previas. Las hernias internas pueden ser más difíciles de diagnosticar, ya que no son visibles desde el exterior y pueden requerir estudios de imagen, como tomografías computarizadas, para su detección precisa.