Los huesos sesamoideos son estructuras óseas que reciben su nombre debido a su pequeño tamaño, similar al de las semillas de sésamo. Estos huesos pueden ser variables en su presencia y ubicación dentro del cuerpo humano, y se caracterizan por su asociación con tendones o ligamentos, donde se articulan con los huesos vecinos sin fusionarse con ellos.
Su ubicación más común es en las articulaciones metacarpofalángicas del pulgar y del hallux (dedo gordo del pie), donde ayudan a mejorar la palanca y la eficiencia de los músculos flexores al proporcionar un punto de anclaje adicional para los tendones. En estas articulaciones, los huesos sesamoideos actúan como poleas, aumentando la capacidad de los músculos para ejercer fuerza y mejorando la función de los tendones al cambiar el ángulo de tracción.
Además de estas ubicaciones comunes, los huesos sesamoideos también se pueden encontrar en otras áreas del cuerpo, como en el tendón del músculo gastrocnemio, el tendón del fibular largo, el tibial posterior y el tríceps braquial. Su presencia en estos lugares puede variar de persona a persona y no siempre están presentes en todos los individuos.
Es importante destacar que los huesos sesamoideos no están presentes en todos los seres humanos, y su ausencia no afecta necesariamente la función normal de los músculos y articulaciones asociadas. Sin embargo, cuando están presentes, su papel en mejorar la biomecánica y la eficiencia del movimiento es significativo.
Un ejemplo notable de hueso sesamoideo es la patela, también conocida como rótula, que se encuentra en el tendón del cuádriceps en la articulación de la rodilla. Aunque la patela es considerablemente más grande que otros huesos sesamoideos y siempre se osifica, comparte características similares al actuar como una polea para mejorar la función del cuádriceps al extender la pierna.