El factor de crecimiento transformante β (TGF-β) es una citoquina esencial en la regulación de numerosos procesos biológicos, con una variedad de funciones que globalmente ejercen un efecto antiinflamatorio. Esta proteína, una citocina dimérica de aproximadamente 25 kDa, tiene tres isoformas principales: TGF-β1, TGF-β2 y TGF-β3. Aunque estas isoformas comparten una estructura similar y se superponen en algunas funciones, también muestran diferencias en su expresión tisular y en sus efectos específicos en diferentes tejidos.
El TGF-β1 es predominantemente encontrado en tejidos como el hueso, el cartílago y la piel. En estos contextos, desempeña un papel crucial en la regulación de la proliferación celular, la diferenciación y la matriz extracelular, contribuyendo así a la homeostasis tisular y la reparación de tejidos.
Por otro lado, el TGF-β2 se expresa principalmente en el sistema nervioso, incluyendo neuronas y células de la astroglía. En este contexto, el TGF-β2 está involucrado en la neurogénesis, la supervivencia neuronal, la plasticidad sináptica y la respuesta a lesiones del sistema nervioso central.
El TGF-β3 se encuentra principalmente en el paladar y el tejido pulmonar, donde desempeña un papel importante en el desarrollo embrionario, especialmente en la formación del paladar y en la morfogénesis pulmonar.
Aunque las funciones específicas de cada isoforma de TGF-β varían según el tejido y el contexto, todas comparten la capacidad de modular la respuesta inmunitaria y la inflamación. El TGF-β ejerce efectos antiinflamatorios al inhibir la proliferación y activación de células del sistema inmunitario, como linfocitos T y macrófagos, y al suprimir la producción de citoquinas proinflamatorias. Además, el TGF-β promueve la diferenciación de células T reguladoras (Treg), que desempeñan un papel crucial en la inducción de tolerancia inmunitaria y la prevención de respuestas autoinmunitarias.
Funciones
El factor de crecimiento transformante β (TGF-β) desempeña un papel multifacético en la regulación de procesos biológicos clave, incluida la transición de epitelio a mesénquima (TEM), la angiogénesis, el desarrollo de linfocitos T y la modulación de la respuesta inmunitaria. Estas funciones son esenciales para el desarrollo embrionario, la remodelación tisular, la reparación de heridas y la homeostasis inmunológica.
- Regulación de la transición de epitelio a mesénquima (TEM): El TGF-β es un regulador clave de la TEM, un proceso fundamental durante el desarrollo embrionario, la formación de órganos y la reparación de tejidos. La TEM implica la transformación de células epiteliales estacionarias en células mesenquimatosas migratorias y altamente proliferativas. El TGF-β promueve esta transición al activar genes asociados con la migración celular, la invasión y la síntesis de matriz extracelular, lo que facilita la reorganización tisular y la cicatrización de heridas.
- Regulación de la angiogénesis: El TGF-β regula al alza la expresión del factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF) en células endoteliales, lo que desempeña un papel crucial en la angiogénesis, el proceso de formación de nuevos vasos sanguíneos a partir de los preexistentes. Esta acción del TGF-β contribuye a la vascularización de tejidos durante el desarrollo embrionario, la respuesta a la lesión y la formación de nuevos vasos sanguíneos en procesos patológicos como el cáncer.
- Desarrollo de linfocitos T y modulación de la respuesta inmunitaria: El TGF-β participa en el desarrollo de todos los tipos de linfocitos T en el timo, el órgano primario del sistema inmunitario, donde desempeña un papel en la selección y maduración de linfocitos T. Además, el TGF-β inhibe la supervivencia de los linfocitos T autorreactivos en la periferia, contribuyendo así a la tolerancia inmunitaria. Este factor también regula negativamente varias funciones de los linfocitos T, como la secreción de interleucina-2 (IL-2) y la proliferación de linfocitos T, promoviendo en cambio el desarrollo de los linfocitos T reguladores, que desempeñan un papel en la supresión de respuestas autoinmunitarias y la prevención de la inflamación excesiva.
- Modulación de la respuesta inflamatoria: El TGF-β suprime la producción de mediadores proinflamatorios como la interleucina-1 (IL-1), el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α) y la proteína de unión a alta movilidad 1 (HMGB1) por parte de monocitos y macrófagos. Además, regula al alza la expresión de moléculas inmunodepresoras como el receptor antagonista de interleucina-1 (IL-1Ra) y los receptores solubles de factor de necrosis tumoral (TNFRs), lo que contribuye a la limitación de la respuesta inflamatoria y la promoción de la tolerancia inmunitaria.