La American Cancer Society (ACS) ajustó sus directrices de cribado del cáncer de mama en 2015 después de una exhaustiva revisión de la evidencia científica disponible y de la evaluación de los riesgos y beneficios asociados con la mamografía de detección en diferentes grupos de edad. Estas nuevas recomendaciones reflejan un enfoque más personalizado y basado en el riesgo, con el objetivo de maximizar los beneficios del cribado mientras se minimizan los posibles daños asociados con pruebas innecesarias o tratamientos excesivos.
Puntos detrás de las nuevas recomendaciones de la ACS:
- Edad de inicio del cribado: La recomendación de comenzar las mamografías anuales a partir de los 45 años se basa en evidencia que sugiere que el riesgo de cáncer de mama aumenta significativamente a partir de esta edad, y que los beneficios del cribado superan los posibles daños en este grupo de edad. Sin embargo, se reconoce que algunas mujeres pueden optar por comenzar el cribado a los 40 años debido a factores de riesgo personales o preferencias individuales.
- Acceso al cribado para mujeres más jóvenes: Se reconoce que algunas mujeres de 40 a 44 años pueden optar por comenzar el cribado debido a preocupaciones personales o factores de riesgo individuales. Por lo tanto, la ACS recomienda que estas mujeres tengan acceso al cribado, aunque la decisión de iniciar el cribado en este grupo de edad debe basarse en discusiones informadas entre la mujer y su proveedor de atención médica.
- Frecuencia del cribado: Para mujeres de 55 años o más, la ACS sugiere un cambio a un cribado bienal, aunque se debe ofrecer la opción de continuar con el cribado anual si así lo prefieren. Esta recomendación se basa en la evidencia de que el cáncer de mama tiende a crecer más lentamente en mujeres mayores, lo que puede permitir intervalos de cribado más largos sin comprometer la detección temprana de la enfermedad.
- Duración del cribado: La recomendación de la ACS de continuar el cribado mientras la mujer esté sana y tenga una esperanza de vida de 10 años o más reconoce la importancia de evaluar continuamente los riesgos y beneficios del cribado en función de la salud general de la mujer y sus expectativas de vida. Esto implica discusiones regulares entre la mujer y su proveedor de atención médica para tomar decisiones informadas sobre la continuación del cribado.