En la era preindustrial, la fabricación de instrumentos quirúrgicos se llevaba a cabo de manera artesanal por habilidosos artesanos en talleres especializados. Este proceso manual implicaba la manipulación de metales como acero quirúrgico o hierro forjado para crear herramientas específicamente diseñadas para procedimientos quirúrgicos. La producción de estos instrumentos requería una combinación de habilidades técnicas, experiencia y atención meticulosa a los detalles, lo que resultaba en un proceso laborioso y costoso.
Los materiales utilizados en la fabricación de instrumentos quirúrgicos debían ser de alta calidad para garantizar su durabilidad, resistencia y seguridad durante las intervenciones quirúrgicas. Esto significaba que se necesitaban metales resistentes que pudieran soportar el uso repetido y las demandas de la cirugía. Sin embargo, la obtención y el procesamiento de estos materiales de alta calidad eran costosos, lo que se reflejaba en el precio final de los instrumentos.
Cada instrumento quirúrgico era diseñado y fabricado para cumplir una función específica en el quirófano. Esto requería una personalización y un diseño especializado que tenían en cuenta las necesidades del cirujano y las particularidades del procedimiento quirúrgico. La fabricación artesanal permitía ajustes precisos y adaptaciones según las preferencias individuales de los profesionales de la salud, pero también aumentaba los costos de producción debido al tiempo y la mano de obra requeridos.
Además, la producción de instrumentos quirúrgicos en la era preindustrial estaba limitada por la escala y la capacidad de los talleres artesanales. La baja producción y la oferta limitada contribuían a la alta demanda y, por lo tanto, a los precios elevados de los instrumentos. Además, los desafíos logísticos de transporte y distribución en la época preindustrial también agregaban costos adicionales al proceso, dificultando el acceso a estos instrumentos en regiones remotas.