Las glándulas salivales juegan un papel crucial en el proceso de digestión y en el mantenimiento de la salud oral. La saliva, secretada por estas glándulas, contiene una variedad de componentes que son esenciales para la lubricación, la digestión y la protección de los tejidos bucales.
Primero, hablemos de las tres glándulas salivales principales pares: las parótidas, submandibulares y sublinguales. Estas glándulas están distribuidas estratégicamente en la cabeza y el cuello para garantizar una cobertura eficiente de la cavidad oral y las estructuras adyacentes.
Las glándulas parótidas son las más grandes de las tres y se sitúan en la parte lateral de la cara, justo por delante de las orejas. Son glándulas serosas, lo que significa que producen una saliva más fluida que contiene principalmente enzimas digestivas como la amilasa salival, que inicia la descomposición de los carbohidratos en la boca.
Las glándulas submandibulares se encuentran debajo de la mandíbula y producen una mezcla de saliva serosa y mucosa. Esta saliva contiene tanto enzimas digestivas como mucinas, que ayudan a lubricar los alimentos y a proteger las superficies bucales de la deshidratación y la abrasión.
Por último, las glándulas sublinguales se ubican debajo de la lengua y producen principalmente saliva mucosa, que es más viscosa. Esta saliva también contiene enzimas digestivas y ayuda en la lubricación de la boca y la deglución.
Además de estas glándulas principales, existen numerosas glándulas salivales menores dispersas por la submucosa de la cavidad oral, la faringe y la laringe. Aunque son más pequeñas en tamaño, su contribución a la producción de saliva es significativa. Estas glándulas menores secretan pequeñas cantidades de saliva constantemente, lo que contribuye a mantener la humedad en la boca y facilita la deglución.