La enfermedad de Graves es una enfermedad autoinmunitaria que afecta a la glándula tiroides, provocando un aumento en la producción de hormonas tiroideas, lo que conduce a hipertiroidismo. Sin embargo, debido a su etiología autoinmunitaria, la enfermedad de Graves puede presentar una serie de manifestaciones adicionales más allá de los síntomas y signos clásicos del hipertiroidismo.
Esta condición autoinmunitaria puede desencadenar una respuesta inmunitaria exagerada contra el propio tejido tiroideo, lo que resulta en la producción de autoanticuerpos como los anticuerpos estimulantes del receptor de la tiroides (TRAb) o los anticuerpos antitiroglobulina (anti-TG) y antitiroperoxidasa (anti-TPO). Estos autoanticuerpos pueden causar daño tiroideo directo y desencadenar una serie de manifestaciones adicionales.
La orbitopatía de Graves es la manifestación ocular más común de la enfermedad de Graves, afectando a aproximadamente el 25-30% de los pacientes con esta condición autoinmunitaria. Esta afección se caracteriza por reacciones autoinmunitarias dirigidas a los tejidos blandos orbitarios y periorbitarios, lo que provoca una serie de síntomas y signos característicos.
Las reacciones autoinmunitarias en la orbitopatía de Graves pueden desencadenar una serie de cambios en los tejidos orbitales y periorbitarios, incluyendo proptosis (exoftalmos), retracción palpebral, quemosis (hinchazón y enrojecimiento de la conjuntiva), edema periorbitario y disminución de la motilidad de los músculos oculares.
Estos cambios pueden provocar complicaciones graves si no se tratan adecuadamente, como la pérdida de visión debido a lesiones corneales causadas por la exposición ocular aumentada o por la compresión del nervio óptico debido a la inflamación y el aumento de los tejidos orbitarios.
Las manifestaciones cutáneas, como el mixedema pretibial y las acropaquias, son ejemplos de cómo esta enfermedad puede afectar la piel y los tejidos blandos.
El mixedema pretibial se caracteriza por cambios en la piel de las piernas, especialmente en la región anterior de la tibia, que incluyen engrosamiento, enrojecimiento, hinchazón y endurecimiento. Las acropaquias, por otro lado, presentan edema en los dedos, lo que les da una apariencia bulbosa.
Además de las manifestaciones cutáneas, la enfermedad de Graves también puede estar asociada con otras condiciones autoinmunitarias, como la tiroiditis de Hashimoto, que es una forma de hipotiroidismo autoinmunitario. También se ha observado una asociación con el lupus eritematoso sistémico, la artritis reumatoide, la anemia perniciosa y la enfermedad de Addison, entre otras.
Estas asociaciones pueden ser el resultado de una predisposición genética compartida y de la respuesta autoinmunitaria generalizada que afecta a múltiples sistemas del cuerpo en las enfermedades autoinmunitarias. La presencia de otras enfermedades autoinmunitarias puede influir en el curso clínico de la enfermedad de Graves y afectar el manejo y tratamiento de la misma.