El surgimiento del Código de Hammurabi, datado alrededor del año 1754 a.C. en la antigua Mesopotamia, marca un hito significativo en la historia de la medicina y la cirugía. Este código, atribuido al rey Hammurabi de Babilonia, representa una de las primeras codificaciones legales conocidas de la historia de la humanidad. Entre sus disposiciones, se encuentran regulaciones relacionadas con la práctica de la cirugía, lo que proporciona una fascinante visión de cómo se percibía y se regulaba esta profesión en la antigua Mesopotamia.
La existencia de esta regulación en el Código de Hammurabi sugiere que, incluso en esta temprana etapa de la historia, la cirugía ya era reconocida como una actividad especializada que requería normativas específicas para su práctica. Este reconocimiento temprano de la cirugía como una profesión distinta dentro de la medicina es un testimonio del desarrollo y la importancia que esta disciplina tenía en las sociedades antiguas.
El Código de Hammurabi establece claramente los honorarios que los cirujanos podían cobrar por sus servicios, lo cual indica la existencia de una estructura económica en torno a la práctica médica y quirúrgica. Estos honorarios estaban determinados no solo por la naturaleza del procedimiento realizado, sino también por la posición social del paciente, reflejando así una diferenciación socioeconómica en el acceso a la atención médica, un aspecto que aún persiste en muchas sociedades contemporáneas.
Además de regular los honorarios, el Código de Hammurabi también establecía sanciones para los cirujanos en caso de que sus resultados no fueran satisfactorios. Esta disposición revela la importancia que se daba a la responsabilidad y la competencia profesional en la práctica de la cirugía. La imposición de sanciones por resultados insatisfactorios indica un intento de garantizar la calidad y la seguridad de la atención médica, un principio fundamental que sigue siendo central en la ética médica moderna.