El periostio es una estructura crucial que rodea la superficie externa de los huesos, proporcionando soporte, protección y participando activamente en el crecimiento y la vascularización del tejido óseo. Esta membrana fibroelástica es vital para mantener la integridad y la funcionalidad del sistema esquelético humano.
Una de las características principales del periostio es su composición fibroelástica, que le confiere flexibilidad y resistencia. Está compuesto por una capa externa de tejido fibroso denso y una capa interna de células osteogénicas, que son responsables de la formación de nuevo tejido óseo durante el crecimiento y la reparación de fracturas. Esta estructura proporciona protección contra lesiones externas y ayuda a mantener la forma y la integridad de los huesos.
El periostio rodea la mayor parte de la superficie externa de los huesos, excepto en las áreas donde el hueso está recubierto por cartílago articular o donde se insertan tendones y ligamentos. Esta exclusión permite un movimiento suave de las articulaciones y una inserción firme de los tejidos conectivos, facilitando así la función biomecánica adecuada del esqueleto.
Además, el periostio está altamente vascularizado e inervado, lo que significa que está provisto de numerosos vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas. Esta rica vascularización y inervación son fundamentales para suministrar nutrientes y oxígeno al tejido óseo, así como para transmitir señales nerviosas que regulan el crecimiento y la remodelación del hueso.
La adherencia del periostio al hueso puede variar dependiendo de la ubicación. Por ejemplo, se libera más fácilmente de la diáfisis, o eje principal del hueso, que de las crestas e irregularidades de la superficie ósea. Esta variabilidad en la adherencia permite una mayor movilidad del periostio en áreas donde se requiere un crecimiento óseo activo o una respuesta a fuerzas mecánicas externas.