Bone et al. definieron el síndrome de respuesta inflamatoria sistémica como un conjunto de criterios clínicos que podrían indicar la presencia de una respuesta inflamatoria generalizada en el organismo. Su intención era proporcionar una herramienta práctica para identificar pacientes que podrían estar experimentando una respuesta sistémica a diversos desafíos fisiológicos, ya sea infecciosos o no infecciosos. Esta definición se basó en la observación de que la respuesta inflamatoria sistémica compartía características comunes en una amplia variedad de condiciones médicas graves.
Los criterios propuestos por Bone et al. incluyen cuatro parámetros clínicos que son fácilmente medibles en la práctica clínica: temperatura corporal, frecuencia cardíaca, frecuencia respiratoria y recuento de leucocitos. Estos criterios son:
- Temperatura: Se considera una elevación de la temperatura corporal por encima de 38 °C o una hipotermia por debajo de 36 °C como indicadores de una posible respuesta inflamatoria.
- Frecuencia cardíaca: Una frecuencia cardíaca superior a 90 latidos por minuto se identifica como un signo de activación del sistema cardiovascular, que puede ser una respuesta adaptativa al estrés fisiológico.
- Frecuencia respiratoria: Una frecuencia respiratoria superior a 20 respiraciones por minuto puede indicar un aumento en la demanda metabólica del organismo, lo que podría estar asociado con una respuesta inflamatoria.
- Recuento de leucocitos: Se considera un aumento en el recuento total de leucocitos (leucocitosis) por encima de 12.000/mm^3, una disminución (leucopenia) por debajo de 4.000/mm^3 o un cambio en la proporción de formas inmaduras (cayados) por encima del 10% como posibles indicadores de una respuesta inflamatoria activa.
Estos criterios fueron diseñados para ser sensibles y específicos en la detección de la respuesta inflamatoria sistémica, con el objetivo de identificar rápidamente a los pacientes que podrían beneficiarse de una evaluación más detallada y un manejo adecuado. Su simplicidad y facilidad de aplicación en la práctica clínica los han convertido en una herramienta útil para el diagnóstico y la gestión de pacientes con sospecha del síndrome de respuesta inflamatoria sistémica.