Las hernias son una afección común que afecta a una parte significativa de la población mundial, sin embargo, su incidencia real puede ser subestimada. Se estima que alrededor del 5% de la población experimentará una hernia de la pared abdominal en algún momento de su vida. No obstante, esta cifra podría ser incluso mayor debido a la subnotificación y la falta de diagnóstico en algunos casos.
La región inguinal es el sitio más común para el desarrollo de hernias, representando aproximadamente el 75% de todos los casos. Dentro de este contexto, las hernias inguinales son las más frecuentes, constituyendo alrededor de dos tercios de todas las hernias en esta región. Las hernias inguinales pueden clasificarse en indirectas y directas, dependiendo de su relación con las estructuras anatómicas circundantes.
Las hernias inguinales indirectas ocurren cuando el contenido abdominal, como parte del intestino, protruye a través del conducto inguinal, que es una estructura anatómica normalmente presente en el desarrollo embrionario. Por otro lado, las hernias inguinales directas se desarrollan cuando el contenido abdominal protruye a través de una debilidad en la pared abdominal, a menudo debido a un deterioro o una lesión en los músculos y tejidos circundantes.
Además de las hernias inguinales, existen otros tipos menos comunes, como las hernias femorales, que representan solo alrededor del 3% de todas las hernias inguinales. Estas hernias se forman cuando el contenido abdominal protruye a través del canal femoral, una abertura en la región inguinal que normalmente sirve como paso para estructuras como vasos sanguíneos. Aunque son menos frecuentes que las hernias inguinales, las hernias femorales aún pueden causar complicaciones significativas si no se tratan adecuadamente.
La prevalencia de las hernias, particularmente en la región inguinal, puede atribuirse a una combinación de factores genéticos, anatómicos, ambientales y de estilo de vida. Las actividades que aumentan la presión intraabdominal, como levantar objetos pesados, la obesidad, el embarazo y el envejecimiento, pueden contribuir al desarrollo de hernias al debilitar la pared abdominal y crear condiciones favorables para la protrusión de tejidos.