Reanimación con hemoderivados en pacientes con hemorragia masivaReanimación con hemoderivados en pacientes con hemorragia masiva

La reanimación con hemoderivados en pacientes con hemorragia masiva es un aspecto crucial del manejo inicial de estos casos críticos. La estrategia de rehidratación debe adaptarse según la gravedad de la hemorragia, con el objetivo de restaurar la volemia y mantener la perfusión tisular adecuada.

En situaciones de hemorragia voluminosa, donde la pérdida de sangre es significativa y puede comprometer la estabilidad hemodinámica del paciente, se recurre a protocolos de transfusión cuantiosa. Estos protocolos permiten la disponibilidad rápida de hemoderivados de donantes universales en proporciones predefinidas, lo que ha demostrado tener un impacto positivo en la supervivencia de pacientes con hemorragia aguda.

La proporción ideal de hemoderivados para la reanimación de la hemorragia digestiva aún no ha sido completamente establecida, pero algunos datos sugieren que una estrategia que se aproxima a la transfusión de sangre entera puede ser beneficiosa. Esto implica una proporción de componentes sanguíneos, como plasma y plaquetas, en relación con los concentrados de eritrocitos administrados. Una proporción comúnmente sugerida es la administración de una unidad de plasma congelado en fresco por cada dos unidades de concentrado de eritrocitos transfundidas. Esta relación busca mantener un equilibrio adecuado entre la reposición de volumen, la corrección de la coagulopatía y la restauración de la función plaquetaria.

Es importante destacar que la reanimación con hemoderivados debe ser individualizada según las necesidades de cada paciente y estar respaldada por una monitorización continua de parámetros hemodinámicos y de laboratorio. Además, se debe tener en cuenta la posibilidad de complicaciones asociadas con la transfusión de productos sanguíneos, como la sobrecarga circulatoria, la reacción hemolítica o la transmisión de enfermedades infecciosas, y tomar medidas para prevenirlas y manejarlas adecuadamente.

La pérdida rápida de sangre puede desencadenar una serie de complicaciones, incluida la coagulopatía, tanto preexistente como relacionada directamente con la hemorragia. Este trastorno de la coagulación puede manifestarse debido a deficiencias en factores tanto protrombóticos como antitrombóticos, lo que compromete la capacidad del organismo para detener el sangrado de manera efectiva. Por lo tanto, en el manejo de la hemorragia masiva, es crucial abordar tanto la pérdida de sangre como las alteraciones en la coagulación.

La normalización de los parámetros de coagulación, como el tiempo de protrombina, el tiempo de tromboplastina parcial, las concentraciones de fibrinógeno y el recuento de plaquetas, es esencial en el tratamiento de la hemorragia masiva. Estos marcadores ayudan a evaluar la función de la coagulación y a guiar la terapia de reemplazo de factores sanguíneos, como plasma fresco congelado, concentrados de plaquetas y crioprecipitado, según sea necesario para corregir las deficiencias específicas.

Para mantener el ritmo de la pérdida súbita de sangre y evitar la hipotermia, se pueden utilizar infusores rápidos para administrar hemoderivados de manera controlada y eficiente. Además, calentar los hemoderivados antes de la administración puede ayudar a minimizar la hipotermia y sus efectos adversos sobre la coagulación y la función cardiovascular.

Dada la gravedad de la situación, los pacientes con hemorragia masiva a menudo requieren ingreso en la unidad de cuidados intensivos (UCI) para una monitorización continua y una intervención urgente. Esto puede incluir procedimientos invasivos para localizar y detener la fuente de la hemorragia, como la endoscopia, la angiografía o la cirugía.

La suficiencia de la reanimación se evalúa continuamente mediante la respuesta clínica del paciente a la reposición de volumen, que se refleja en la actividad mental, la tensión arterial diferencial radial y al menos una presión arterial sistólica de 90 mmHg. Además, se utilizan criterios objetivos de valoración, como la normalización del lactato sérico y la diuresis adecuada, para guiar la intensidad y la duración de la terapia de reanimación.

 

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