La hemorragia digestiva es un fenómeno clínico que se caracteriza por la pérdida de sangre a lo largo del tracto gastrointestinal. Esta condición puede manifestarse de diversas maneras y su clasificación se basa en la ubicación anatómica de la lesión en relación con el ligamento de Treitz, una estructura que marca la transición entre el intestino delgado y el intestino grueso.
La hemorragia digestiva alta se refiere a la pérdida de sangre que ocurre en una región proximal al ligamento de Treitz. Es la forma más común de hemorragia digestiva y generalmente está asociada con patologías como la enfermedad ulcerosa péptica o las varices esofágicas. Además, este término también incluye las causas pancreáticas, hepáticas y biliares de la hemorragia. La hemorragia digestiva alta puede manifestarse clínicamente con síntomas como vómitos con sangre, melena (heces oscuras y alquitranadas) o hematemesis (vómito de sangre).
Por otro lado, la hemorragia digestiva baja se refiere a la pérdida de sangre distal al ligamento de Treitz, es decir, en el colon y el recto. Esta forma de hemorragia representa aproximadamente el 30-40% de todos los casos de hemorragia digestiva y puede ser causada por afecciones como la enfermedad diverticular o las angiodisplasias. Los pacientes con hemorragia digestiva baja pueden presentar síntomas como hematoquecia (sangre roja brillante en las heces), anemia ferropénica o síntomas de shock en casos de pérdida de sangre significativa.
Es importante destacar que la hemorragia digestiva masiva se define como una pérdida de sangre gastrointestinal que resulta en inestabilidad hemodinámica o requiere transfusión sanguínea para estabilizar al paciente. Por otro lado, la hemorragia digestiva oculta se refiere a la presencia de anemia persistente o recurrente después de una evaluación endoscópica y estudios de imagen negativos, lo que sugiere una fuente de sangrado no identificada en el tracto gastrointestinal.