Los pacientes que han sido sometidos a procedimientos quirúrgicos como una anastomosis en Y de Roux pueden presentar complicaciones postoperatorias, como estenosis, úlceras o formación de pólipos en las porciones excluidas del intestino. Estas complicaciones pueden provocar obstrucciones intestinales, sangrado gastrointestinal, dolor abdominal crónico o malabsorción de nutrientes. La endoscopia asistida por dispositivo permite a los médicos visualizar directamente estas áreas excluidas del intestino y evaluar cualquier anormalidad, permitiendo así el diagnóstico temprano y el tratamiento oportuno de posibles complicaciones. Además, esta técnica puede ayudar a guiar intervenciones terapéuticas, como la dilatación de estenosis, la resección de pólipos o la aplicación de terapia endoscópica para úlceras, mejorando así la calidad de vida y el pronóstico de los pacientes con alteraciones anatómicas postquirúrgicas.
La endoscopia intraoperatoria, realizada durante una laparotomía o laparoscopia, se considera un último recurso en la búsqueda de la fuente de hemorragia del intestino delgado debido a varios factores. El intestino delgado es una región anatómica difícil de visualizar y explorar con técnicas de imagen no invasivas, lo que dificulta la localización precisa de la fuente de sangrado. Además, otras modalidades diagnósticas, como la endoscopia alta y baja, la tomografía computarizada y la angiografía, pueden no ser lo suficientemente sensibles o específicas para detectar lesiones en el intestino delgado, especialmente en casos de hemorragia intermitente o de origen oscuro.
Cuando un paciente presenta hemorragia del intestino delgado de origen desconocido y persiste la necesidad de transfusiones o hospitalizaciones repetidas, indica una situación clínica grave y potencialmente peligrosa. En este escenario, la endoscopia intraoperatoria se convierte en una opción valiosa, ya que permite una exploración directa y exhaustiva del intestino delgado mientras se realiza una cirugía abdominal. Durante este procedimiento, el cirujano puede inspeccionar visualmente todo el intestino delgado, identificar la fuente de la hemorragia y tomar medidas terapéuticas inmediatas, como la ligadura de vasos sanguíneos, la resección de lesiones o la aplicación de técnicas de hemostasia, para detener el sangrado y mejorar el pronóstico del paciente. Aunque la endoscopia intraoperatoria implica una intervención quirúrgica adicional y conlleva riesgos asociados, se considera una medida justificada en casos de hemorragia del intestino delgado refractaria a otras modalidades de diagnóstico y tratamiento.
Cuando la realización de una enteroscopia asistida por dispositivo se ve obstaculizada por la presencia de adherencias intestinales significativas, la cirugía puede ser necesaria para abordar este problema. Las adherencias son bandas de tejido fibroso que se forman entre órganos abdominales como resultado de cirugías previas, procesos inflamatorios o traumatismos, y pueden dificultar la introducción y manipulación del endoscopio en el intestino delgado durante el procedimiento de enteroscopia.
En tales casos, la cirugía se realiza para liberar las adherencias y permitir el acceso adecuado del endoscopio al intestino delgado. Esto implica la identificación y cuidadosa disrupción de las adherencias para despejar el camino para el paso del endoscopio. Una vez que las adherencias se han liberado y el intestino delgado se ha movilizado, se puede proceder con la enteroscopia asistida por dispositivo.
Durante la enteroscopia, el endoscopio estéril de pequeño calibre se introduce en el intestino delgado y se dirige en ambas direcciones para explorar la luz intestinal en busca de lesiones o áreas sospechosas. Estas áreas pueden ser marcadas para una posible resección quirúrgica o tratadas por vía endoscópica, si es posible, utilizando técnicas como la ablación de pólipos o la aplicación de clips hemostáticos.